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Piel estresada: La relación entre el estrés y la salud de la piel

No es ningún secreto que la vida es un reto. Desde presiones cotidianas como el trabajo o los estudios hasta acontecimientos impredecibles como pandemias o la pérdida de un ser querido, experimentamos una amplia gama de factores estresantes a lo largo de nuestra vida. Este tipo de acontecimientos pueden provocar malestar psicológico y también manifestarse en la piel, desencadenando o empeorando una amplia gama de afecciones.

A continuación le explicamos qué es el estrés y cómo puede afectar a la salud de su piel.

Estrés y piel: La conexión

El cuerpo humano está diseñado para luchar contra las amenazas que percibe. Por ejemplo, nuestro sistema inmunitario desempeña un papel crucial para mantenernos sanos y protegernos de los virus. Sin embargo, a veces nuestro cuerpo reacciona de forma exagerada ante "amenazas" que son inofensivas. Desgraciadamente, esta reacción exagerada puede producirse con el estrés, provocando cambios no deseados en la piel.

Cuando la mente o el cuerpo se angustian (por una amenaza real o irreal), nuestro cerebro segrega hormonas que inducen la liberación de cortisol, una hormona del estrés, de nuestras glándulas suprarrenales. Nuestra piel tiene receptores para esta hormona del estrés, y su activación provoca diversos cambios en nuestra piel, como:

  • Aumento de la inflamación
  • Deterioro de la cicatrización de heridas
  • Mayor producción de grasa y sebo
  • Menor resistencia a las infecciones

Afecciones de la piel que pueden empeorar con el estrés

Debido al aumento de la inflamación y a los cambios en la piel mencionados anteriormente, las afecciones cutáneas pueden agravarse con el estrés, como por ejemplo:

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  • Caída del cabello (Alopecia areata)
  • Adelgazamiento del cabello (alopecia androgenética o efluvio telógeno)
  • Eccema (dermatitis atópica)
  • Psoriasis
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  • Erupción cutánea (dermatitis seborreica)
  • Urticaria

Comportamientos inducidos por el estrés y problemas de piel

El estrés no sólo puede provocar cambios en la química de nuestro cerebro y nuestro cuerpo que provoquen alteraciones en la piel, sino que es probable que también contribuya nuestra respuesta conductual (consciente o subconsciente). Por ejemplo, algunas personas se tocan la cara cuando están nerviosas, introduciendo lo que tengan en las manos en el rostro y provocando un empeoramiento del acné.

Además, tendemos a alejarnos de nuestros hábitos saludables cuando estamos sometidos a un estrés tremendo. Dedicamos menos tiempo a cuidarnos: dormimos menos, hacemos dietas poco saludables, dejamos de hacer ejercicio y no nos lavamos la cara con regularidad. Todos estos comportamientos pueden afectar negativamente a nuestra piel.

Consejos para reducir el estrés y mejorar la salud de la piel

Recuerde que no pasa nada por estar estresado: es una respuesta normal, y aceptarla es el primer paso para reducir los niveles de estrés.

  1. Cuídese: Beba mucha agua, siga una dieta sana, haga ejercicio con regularidad, duerma en una habitación oscura, retire las pantallas brillantes una hora antes de acostarse y despiértese a la misma hora todos los días.
  2. Practique técnicas de relajación: La respiración lenta, la meditación y el yoga son ejercicios que pueden reducir la ansiedad y el estrés.
  3. Sea consciente de sus hábitos nerviosos: Tocarse la cara en momentos de estrés puede desencadenar problemas cutáneos.
  4. Mantenga el contacto: No se olvide de su vida social en momentos de estrés. Haga planes con sus seres queridos y amigos.
  5. Busque ayuda profesional: Los terapeutas conductuales están formados para proporcionarle estrategias basadas en la evidencia que le ayuden a afrontar el estrés.
  6. Siga cuidando su piel: Utilice protección solar siempre que salga al exterior, hidrátese a menudo -especialmente durante el invierno- y, lo más importante, siga visitando a su dermatólogo.